La mayoría buscamos un masaje para aliviar tensiones o molestias puntuales, para tratar un dolor crónico que nos limita en nuestra actividades diarias, otros para bajar un estado de ansiedad (ya veremos lo que hay dentro de esta caja que llamamos ansiedad, muchas veces detrás de esta palabra hay muchas emociones que podemos perfilar y describir con mas detalles), otros porque nos hacemos el regalo de dedicarnos un espacio donde el tacto nos guie.
Es en este espacio de recibir y escuchar lo que sentimos, que podemos ver un dibujo mas claro de como estamos, tensos, relajados, controlados, enfadados, desconfiados, libres, con miedo, si respiramos o estamos en apnea…de repente nos encontramos con una información muy completa de lo que nos esta pasando.
Es una información que se desprende sin filtros y llega desnuda a quien esta ofreciendo el masaje, prestando sus manos y su centro.
El tacto es un aprendizaje muy profundo, llega donde no llegan las palabras o el razonamiento;
A veces nos duele algún punto tan profundo que es muy difícil de explicar, pero cuando nos tocan ahi no tenemos ninguna duda…y no solo vemos con claridad donde nos duele sino que podríamos describir mas profundamente el tipo de dolor y su características: si es puntiagudo, mas extenso, si late, bajo cuantas capas esta, si al tocarlo se siente alivio o si se refleja en otras zonas del cuerpo.
De repente nos damos cuenta que nuestro estado de atención es muy alto y que esto nos permite cooperar para que el toque que estamos recibiendo nos ayude a soltar profundamente y poder respirar de forma continuada y profunda.
En la velocidad del día a día no conseguimos observar tan profundamente y detectar lo que necesitamos: algunos porque nunca han visto su salud y bienestar desde este prisma y otros como yo, que aun teniendo conciencia van demasiado rápido.
No pudiendo atender el dolor intentamos integrarlo y a veces para no sentirlo transitamos de un estado de apnea a un estado de respiración superficial, buscamos sentir lo menos posible para poder seguir con lo que estamos haciendo y esto hace que se creen mas capas de tensiones para poder contener el dolor y todo el miedo que conlleva.
A todos nos pasa sentir que contrayendo, aguantando, agarrándonos, reteniendo estamos en un lugar mas seguro donde podemos controlar lo que nos va a pasar y esto nos da seguridad y reconforta nuestros miedos; soltar no significa perder fuerza o colapsar significa abrir, dejar que pase aire por nuestras articulaciones, reconectar con un estado de respiración continuada, dejar participar nuestras partes mas tiernas, como el pecho que muchas veces se cierra o la barriga que muchas veces retenemos, compartir con quien nos toque y utilizar su tacto para abrir y relajar a cada respiro un poco mas.
Al recibir un masaje, cuando es efectivo, nos damos cuenta de todo esto cada uno a su manera pero igualmente lo enmarcamos en el area de los regalos y no de las necesidades y sobre todo lo asociamos con un estado de desconexión y no de conexión, por experiencia personal es muy difícil que me vaya satisfecha despues de un tratamiento y es difícil que baje mi estado de dolor,  si me duermo o dejo sola la persona que esta trabajando conmigo.
He visto que conseguir bajar el dolor es el resultado de mas cosas que pasan simultáneamente. Prestarle atención, recibirlo, conocerlo en sus rasgos y carácter, ver que forma tiene, entender su lenguaje que a veces puede parecer duro, pero el es así…. después de tener con el una relación consciente y un dialogo profundo empezamos a percibirlo de manera distinta.
Ya no es un enemigo o un desconocido.